El NO del niño es más que un NO
08/07/2020
Cuando un niño dice NO, ¿Está diciendo simplemente, no? ¿A qué dice no? ¿Qué puede querer decir este no?... quizás no está siendo solo un no. ¿Es este no, suficiente para expresar y ser el portavoz de todo el miedo, la angustia, la tristeza, la incertidumbre que lo sostienen? ¿O, quizás este no, es una pantalla que permite protegerse del aturdimiento causado por una realidad demasiado densa para ser digerida?
Como padres plantearnos estas preguntas nos exige, nos requiere, sentir las incomodidades que contienen sus respuestas. Pide que dejemos de lado una visión que se fija en lo aparente, para solicitar nuestra apertura a emociones, angustias, pensamientos e imágenes que necesiten ser reconocidas, acogidas, y acompañadas.
El confinamiento por la presencia del coronavirus ha supuesto más efectos de los cuales aparentemente hemos visto: La pérdida de la escuela, de los amigos, de los juegos en el patio, de los partidos de fútbol, de los juegos en la arena del parque, de los abrazos, de la mirada de la maestra, de los pequeños placeres del viaje camino a la escuela, de los horarios, del tiempo conocido..., la lista es larga, rica e infinita en detalles y matices. Pequeños elementos, pero cargados en sí de significados y de vida. La composición de las cosas, es el conjunto de las pequeñas unidades que, como un collage, dibujan la imagen de nuestras vidas y rutinas.
Hablamos pues de pérdidas, más grandes o más pequeñas, de lutos por la interrupción de los diferentes espacios y contextos que se estaban viviendo y que no se los ha podido cerrar o dar un sentido de conclusión, de la importancia y la necesidad que tenemos para sentir cuando una cosa ha finalizado, tiene una conclusión, o una pausa, y de qué experimentamos cuando no se puede hacer este proceso, puesto que de forma abrupta el tiempo queda suspendido. De cómo las dificultades para poder dar cierta forma y sentido a todo esto (que no es cosa pequeña) en los niños se expresa en tristeza, miedo, rabia, angustia, irritabilidad, y de cómo estas reivindican su presencia mediante su expresión.
Entender las cosas requiere un esfuerzo, una implicación, una actitud de suficiente disponibilidad para poder acoger lo que hay más allá de su apariencia. Etiquetar o catalogar un comportamiento (por ejemplo un “niño oposicionista”) solo se fija en qué hace el niño (decir no a...), en su comportamiento, y por defecto en querer reducir aquel comportamiento (dejar de decir no a...),... pero entonces ¿Qué actitud tomamos? ¿Señalamos la conducta, o nos paramos a escuchar qué dice aquella conducta de sí misma?
Así pues, continuando con el ejemplo, cuando nos encontramos con una conducta oposicionista, quizás es importante preguntarnos si aquella conducta es la señal de que hay algo que no encuentra otra manera de expresarse.
A veces, como la presente, la conducta es el torpe portavoz de una tristeza que no se sabe expresar, de una rabia que no encuentra las palabras, de una angustia que no puede ser pensada y que en su presencia busca ser contenida, reconocida y liberada.
Y llegados a este punto, nos podemos preguntar: “De acuerdo, ¿Pero ahora que hacemos con este NO?”
Os proponemos los siguientes aspectos a considerar:
- No sacar conclusiones rápidas de los motivos aparentes que justifican el No. Esperar.
- Adoptar una actitud de escucha, una actitud de no saber para saber.
- Evitar dejarnos arrastrar por la emoción que hay en aquel No. Tomar distancia y serenidad. Si permanecemos con calma, podemos facilitar una mejor comunicación.
- Evitar dejarnos arrastrar por la emoción que hay en aquel No. Tomar distancia y serenidad. Si permanecemos con calma, podemos facilitar una mejor comunicación.
- Reconocer y validar el que él está experimentando, sin juzgar. Por ejemplo: “Parece que estés enfadado...” Creo que hay algo que no te gusta nada...” “Quizás no encuentras bien que...”.
- Expresar comprensión por aquello que siente, a pesar de que no estemos de acuerdo: “Entiendo que te enoje tanto todo esto...”.
- Si nos explica los motivos, proponer buscar conjuntamente soluciones o alternativas que puedan ser reparadoras, si es posible hacerlo.
Joan Enric Vidal Pañella
Psicólogo de NeuroLleida
Núm. Col. 14831